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BLW

Tengo un mes con la alimentación complementaria, con mi primera hija no tenia mucha información así que pasamos del pecho a la papilla en todas sus presentaciones. Después de algún tiempo comencé a leer un poco del BLW (baby led weaning), un método de alimentación libre de papillas.

En un inicio la idea asusta: atragantamiento seguro, es lo que primero pensé. Luego leí otras cosas que me hicieron más sentido, como la recomendación de no obligar ni distraer para dar de comer y la de ofrecer aquello que tú comes y cocinas. Uf, ahorrarme la esterilizada de todo lo que entrará en la boca de mi bebé y la extensa planeación y preparación de papillas no sonaba nada mal.

El tema descansó algunos años hasta que llegó el turno de mi otro hijo. En este caso, mucho más preparada y empoderada en mi maternidad, y con la tranquilidad de saber que la leche materna es el principal alimento hasta el año, no tuve la urgencia de correr a insertar la cuchara con papilla de zanahoria en el día uno de los 6 meses.

Así que retomé el tema, sin prisa y sin miedo; ésa es la cosa bella de la maternidad, que con cada hijo da sabiduría y tranquilidad. Comencé poniendo unos pedazos de chayote en la mesa (cortados delgados y largos); mi hijo jugaba, los aplastaba y con poca coordinación trataba de llevarlos a la boca, a veces con éxito y veces sin. La primera probada fue de asco, la segunda le buscó el sabor, la tercera a base de arcadas escupió de regreso un pedazo que es había acercado a su garganta.

La verdad, estuve tranquila todo el tiempo, porque por una parte entendí que el atragantamiento no es hacer arcadas y por otra me parecía perfectamente normal que, después de 6 meses de solo pasar líquidos, la sensación de pasar algo más pastoso y con más volumen fuera muy extraña.

Básicamente lo que habría que hacer era introducir una aguja por el estómago y sacar el líquido, cosa que de entrada no solucionaría el problema que al parecer estaba siendo ocasionado por un síndrome de transfusión fetal, al compartir la misma placenta. Luego, si eso no dañaba el embarazo, habría que separar los cordones umbilicales cruzados en la placenta para que el líquido se dejara de producir en gran cantidad en una bolsa. En esta última cita, el médico, apurado, comentó revisar el caso con un equipo médico y ver qué era la mejor opción. Mientras tanto, reposo absoluto.

Mi madre tuvo cinco abortos espontáneos; yo soy hija única, la única de seis. No está de más decir que siempre tuve miedo y justo éste, el que creía yo mi último embarazo, al pasar los tres meses dije: Ya la libré de pérdidas, he sanado esto. Pues no, a esta última cita con el doctor me acompañó mi madre; la noticia, lo sé por su cara, le sacudió las entrañas; todo el camino de regreso lloramos, de verdad lloramos y no en silencio, por el simple hecho de pensar en la posibilidad de perderlos. Mis hijos, Iván y Matías, estaban totalmente formados, se movían como locos llenos de vida e incluso tenían personalidades diferentes, ya que se comportaban muy distinto en los ecos; yo no toleraba ni medianamente la posibilidad de perderlos, no toleraba la idea de perder unos bebecitos.

Tres días después, mientras mi caso era consultado por expertos y pese a haber seguido absolutamente cada instrucción del médico, comencé un trabajo de parto intenso que fue imposible detener. Mi útero, lo suficientemente grande para un bebé a término debido al exceso de líquido, inició su trabajo. A partir de ahí todo sucedió demasiado rápido, mi vida ahora también estaba en peligro y había que movilizarse. Nadie nunca se sentó con calma a decirnos: Están a punto de perder a sus hijos; por favor, prepárense. Todo, por las circunstancias, se dio por hecho, en un silencio de terrible y profundo dolor; lo demás fueron sólo instrucciones. Corre al hospital, hospital lleno, buscar otro hospital, hablar al seguro, avisar a nuestros padres, en fin.

La experiencia de la alimentación complementaria en los primeros 6 meses es educativa, exploratoria; las funciones nutricionales que satisface en comparación con la leche son pocas. Como asesora en lactancia materna, promuevo la libre demanda y el prendimiento precoz a la hora de nacimiento, acompaño a madres y a bebés y veo cómo ellos perfeccionan su forma de mamar conforme pasan los días, cómo la leche cambia volumen y propiedades Y los bebés deciden cuándo y cuánto necesitan comer, y en estos principios se basa en gran medida el éxito de la lactancia; por todo eso, me hace muchísimo sentido que la alimentación complementaria siga esta línea de respeto al desarrollo.